martes, 5 de octubre de 2010

La Noche, Unica Amiga


Caminando por las calles de la zona 1 capitalina, alrededor de las 11:30pm, me encuentro con una serie de imágenes que hasta el momento desconocía, pero que me atraen de una manera muy bizarra. Es una de esas noches en las que parece que he discutido con medio mundo y mis planes se han venido abajo.

Siento el frío de la época y mis vellos se erizan al contacto con la brisa nocturna, y por otra parte siento el calor del alcohol en mi sangre, el cual parece haber llegado hasta la planta de mis pies. El aire que respiro es el humo de los vehículos combinado con el humo de cigarro de un grupo de muchachos que se encuentra cerca. Estoy rodeado de una serie de rostros que jamas he visto, todos parecen tener una mirada vacía y perdida pero evitan reflejarla en su rostro.

Camino alrededor de dos cuadras, buscando un lugar cálido y agradable para comprar algo de alcohol y pasar el resto de la noche. Sigo caminando, no encuentro ninguna sonrisa, ningún gesto; de hecho lo único que he visto hasta el momento son miradas frías y de desdén. Pero eso parece no importarme. Lo único que busco es una mesa, una silla y una botella de Gallo para calmar mi sed.

Yo mismo evito ser visto y me limito a tener cualquier tipo de conversación con alguien conocido o desconocido. Mi única compañera es la noche, la cual ha sido mi amante muchas veces. La que siempre lleva un vestido azul marino con destellos y un rostro blanco deslumbrante, la que ha sido mi perdición en varias ocasiones. Parece no importarme nada. Esa noche quiero ser yo y sentir mi propia esencia; la cual todos han tratado de ocultarme en varias ocasiones.

Aguardo hasta que la noche se escape de mis brazos y me deje solo, con el frío de la madrugada.

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